¿Recuerdas cuando eras niño o niña jugar con esa masita moldeable con la que podías construir cualquier tipo de figura en tu imaginación? Esa plastilina que venía en tubos de varios colores o en barras de uno solo.
Mas tarde, apareció el Play Doh, una masita aún más fácil de manejar con una gran variedad de colores. Los dueños de la marca le apostaron a crear una serie de juegos en los que esa masita era el actor principal.
Pues bien, de un tiempo para acá me gusta pensar en la resiliencia como en esa masa flexible, adaptable, con la que puedes construir cuantas cosas ocurran en tu imaginación.
Pese a que en un principio se habló de la resiliencia como el “ser fuerte” frente a la adversidad, o capaz de afrontar las dificultades, me parece que más allá de esta concepción original, quizá nuestra flexibilidad y nuestra capacidad para adaptarnos a las circunstancias sea aún más importante.
Me explico.
En los meses que llevamos de cuarentena, muchas cosas han cambiado. Nuestra forma de trabajar, nuestra forma de relacionarnos y nuestra forma de vivir en general. Hacemos home office muchos de nosotros. Nuestras conversaciones son virtuales. Hemos dejado de salir, de ir al centro comercial. Dejamos de ir a restaurantes o comer en la calle a hacerlo en casa. De ir a ejercitarnos a un gimnasio o parque, a hacerlo en nuestra sala o habitación.
Y ahora, entraremos a algo a lo que se ha llamado “nueva normalidad”, que implicará también otra serie de cambios: volveremos a nuestras oficinas, las cuales hace mucho tiempo habían pasado de cubículos separados a oficinas abiertas. Y ahora, esas oficinas abiertas volverán a ser cubículos separados. La capacitación a distancia será privilegiada y reemplazará a la capacitación en aula.
En las escuelas, se prevé que los estudiantes asistan en forma alternada y en algunos casos iniciarán el ciclo escolar de forma virtual. Los celulares, satanizados y prohibidos en muchas escuelas, son ahora el medio a través del cual estos estudiantes pueden accesar a las clases.
Tendremos que cambiar también nuestros hábitos de vida. La pandemia nos ha demostrado que los más frágiles son aquellos con condiciones de salud previas, pero la ciencia también nos demuestra que nuestros hábitos de vida son también importantes para prevenir o incluso revertir estas condiciones.
Otra de ellas, muy importante, será nuestra capacidad para abandonar nuestros pensamientos rígidos, nuestras ideas preconcebidas acerca de como debe ser tal o cual cosa. Quienes puedan abandonar esos esquemas rígidos de pensamiento como “las cosas siempre las hemos hecho así” serán quienes logren adaptarse mejor.
La vida ha cambiado y en nuestra capacidad para adaptarnos a esos cambios reside nuestra fortaleza.
Esto lo sabía Einstein y lo hemos sabido desde hace mucho. No estoy diciendo nada nuevo, pero ahora como nunca, tendremos que pasar de la idea a la acción.
Todo cambio genera resistencia y estrés.
Desde luego, una reacción natural al cambio es la resistencia y el estrés. Pero en la medida en que aprendamos a manejarlos, seremos también más resilientes.
Ahora, piensa en ti como esa masita
¿Tienes la flexibilidad suficiente o has sido endurecida por falta de cuidado?
¿Te consideras abierto a los cambios?
¿Qué cosas te cuesta trabajo dejar en estos momentos?
¿A qué te cuesta trabajo renunciar?
¿Qué ideas te provoca este tema?
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